jueves, 26 de marzo de 2009

Lo he pensado

Hace mucho tiempo me dijeron que es un error sonreírle amistosamente a quien nos ha engañado, pero yo prefiero tratar a todo mundo afablemente, aunque la gente sea déspota conmigo, prefiero demostrar mi caballerosidad, no porque la gente sea cortés contigo, sino porque yo lo soy con todos. Todo hombre tiene tres variedades de carácter: el que realmente tiene, el que aparenta, y el que cree tener. Así obras, así eres; así obraste, así fuiste; así piensas obrar, así podrías ser. Muchos no saben ni lo que son, ni lo que aparentan, ni hasta dónde llegarán. Es así, desgraciadamente, es así.
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Y es que es mejor ser modesto porque, sabiendo el truco, todos pueden obtener el mismo resultado: posiblemente se descubra el truco y la prepotencia se termine. De verdad, la humildad es el destacado de las verdaderas personas, de los que piensan que es mejor ser felices deseando un sueño aún sin haberlo realizado, que ser felices sin tener sueños ni planear realizarlos. Mi sueño todavía no se ha realizado, quizá por algún engaño, pero ... soy feliz.

Mírate bien

Cuando nos miramos en el espejo, nos vemos nosotros mismos, tal y como nos vemos nosotros. Pero, ¿alguna vez nos hemos preguntado cómo nos ven los demás?, buena pregunta. ¿Coincide lo que nosotros vemos en el espejo con la percepción que tienen las demás personas de nosotros mismos?, mejor pregunta. ¿Qué pasará el día en que nos demos cuenta de que lo que vemos reflejado no tiene nada que ver con la realidad visual que tienen los demás? Ese día llegará, y lo veremos, pero posiblemente ya será demasiado tarde: no habrá quien nos mire.

domingo, 8 de marzo de 2009

Palabras de liderazgo

domingo, 1 de marzo de 2009

Hay quien también (tan bien) miente en su currículum

Exagerar, 'embellecer' la vida laboral... Puede llamarse de muchas maneras, aunque el hecho de no decir la verdad en el currículo –por exceso o por defecto– es una costumbre que frecuentan jóvenes inexpertos en busca de su primer empleo, pero también altos ejecutivos.

Hay casos famosos, y la política nacional (y municipal) es un vivero de engordadores, desde Luis Roldán hasta los «estudios de Economía y Derecho» de José Montilla, los estudios de ingeniería industrial de Patxi López, pasando por la supuesta formación de José Blanco, las imprecisiones curriculares de Bernat Soria, entre las que se cuenta un periodo de formación investigadora (1979-1980) junto a Erwin Neher y Bert Sakmann (Premio Nobel de Medicina), con los que el ministro de Sanidad no coincidió.

Normalmente el currículo es la primera información que una empresa recibe sobre un candidato en el proceso de selección de un puesto de trabajo. Por eso algunas personas inflan su currículo para impresionar a la empresa desde el principio. Existen varios apartados que pueden ser amañados para intentar dar una buena impresión como son la edad, el nivel de idiomas, la educación, la experiencia laboral y las habilidades sociales.
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Inflar el currículo es una mala idea. Los responsables de la selección pueden detectar el engaño durante la entrevista personal cuando el entrevistado no pueda dar algunos datos concretos o titubee demasiado. Es obvio que el candidato perderá muchos puntos en el proceso de selección si el entrevistador descubre una exageración o una mentira en su currículo.
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Además, muchas empresas buscan las referencias para recopilar más información sobre el candidato y para contrastar las informaciones que se dan durante la entrevista y en el currículo. Para puestos que requieren unas habilidades específicas muchas organizaciones realizan pruebas de nivel que evalúan los conocimientos que posee el candidato. De esta forma la persona ha exagerado en alguna sección de su currículo fácilmente será descubierto.
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Al final le dirán: TE HEMOS PILLADO, pillín.

El odium ideologicum a Aznar

La izquierda no ha criticado a Aznar, lo ha odiado. El odio es un sentimiento irracional. Esa parte de crítica común, no ha sido más que la excusa o el revestimiento de la diabolización: la consideración de Aznar como el mal con ausencia de todo bien. Es ese odio el que merece un detenido análisis. ¿Por qué la izquierda ha odiado tanto a Aznar, hasta identificarle como un ‘asesino’, con las ‘manos manchadas de sangre’, ‘culpable’ de la masacre de Atocha? ¿Por qué la izquierda, instalada ya en el poder, alimenta de continuo ese odio?

La izquierda -al margen de la engañifa del talante, para el que precisaba el contraste de la caricatura grotesca de Aznar- está preparada para odiar. El marxismo, en el que se ha formado, era una ideología con insondables reservas de odio. Lo que la izquierda precisa es canalizar sus torrenteras de resentimiento y en Aznar ha encontrado un objetivo claro. Una primera respuesta se mueve en el rencor, el nivel más bajo de ese sentimiento insano. Rencor hacia quien ha vencido a la izquierda en dos contiendas electorales y la ha mantenido durante un interregno de ocho años alejada del poder, en la intemperie de la oposición. Ese rencor es muy acusado en Felipe González, quien siempre subestimó a Aznar –le parecía ridículo imaginar su imagen junto a Helmut Kohl. La izquierda nunca le ha perdonado su denuncia de la corrupción y del terrorismo de Estado. Ese rencor se prolonga en el revanchismo, seña de identidad definitoria del retorno socialista al poder. Va más allá de la disputa democrática y hunde sus raíces en la trastienda antidemocrática de la izquierda, de su visión patrimonialista del poder, de la convicción, tan infundada como profunda, de que la derecha está ilegitimada para gobernar en democracia, pues ello representa un riesgo de retorno al franquismo. Es ese retorno instintivo al guerracivilismo.

El mismo gesto de Zapatero de homenaje a su abuelo fusilado, que sería considerado obsceno si se recordaran las sacas de Paracuellos, las chekas o los ‘paseos’. La mitología victimista –y la mala conciencia de tantos franquistas reconvertidos en líderes morales de la izquierda- permitió a ésta considerarse legitimada para intentar derribar -desde la calle y la algarada- al gobierno durante la campaña del ‘No a la guerra’ y con el golpismo residual del 13 de marzo. ¡El odio a Aznar sería el de los vencidos hacia los vencedores de la guerra civil!

En cuanto a las críticas expuestas a su personalismo, no se puede dejar de considerar que Aznar resistió a las tentaciones mefistofélicas del poder cumpliendo su compromiso de abandonarlo, en pleno apogeo, tras dos legislaturas. Hecho tan inusual, y meritorio, que durante tiempo fue tenido por artimaña y puesto bajo sospecha, por si se volvería atrás. Ese gesto, lejos de haber reducido el odio, lo ha retroalimentado. Una muestra más de su irracionalidad. En la consigna de los SMS del 13 de marzo no se hablaba de Rajoy, sino de “Aznar de rositas”. Que Aznar fue derrotado el 14 de marzo, a pesar del hecho notorio de no presentarse, ha sido obsesivo en la izquierda. La izquierda no le perdona ni le perdonará que se hurtara a la derrota, si bien Aznar no era un candidato invicto, pues antes de acceder a La Moncloa fue vencido en dos citas electorales.

LOS NUEVOS CLÉRIGOS