Por más que les decimos a los niños y niñas que no se arrasquen la pupa, ellos siguen y siguen. Casi cuando consiguen que esté totalmente curada, vuelta a arrascarse en ella, y vuelve a salir.
A veces a los mayores nos pasa igual: cuando ya tenemos la pupa casi sana, nos tocamos en ella, nos pica, nos arrascamos y, casi sin darnos cuenta, vuelve a resurgir como de la nada, y ya la tenemos pegada al cuerpo como siempre.
A veces a los mayores nos pasa igual: cuando ya tenemos la pupa casi sana, nos tocamos en ella, nos pica, nos arrascamos y, casi sin darnos cuenta, vuelve a resurgir como de la nada, y ya la tenemos pegada al cuerpo como siempre.
Ojo con las pupas, que al final podemos tener todo el cuerpo lleno.
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